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16 de diciembre de 2009

Borda I


"...Con mi hermana nos vemos todos los días...", repetía a tantos como quisiéramos escucharlo, y se ponía contento como si fuera cierto, de nada servían los chistes que, cruelmente, le hacían sus compañeros de pabellón, pero él no quería escuchar explicaciones de que en la pantalla de un televisor, el que habla no ve a quien lo está mirando y escuchando. Como decirle que el televidente es solamente un receptor de imágenes y palabras al que se le puede mentir y hasta manipular si se logra retenerlo horas frente al aparato.
"...¿Como está mamá ?...", le preguntaba a la pantalla apenas ella salía al aire, "...¿Cuando me vas a venir a ver ?....", pero sus preguntas nunca tuvieron respuestas, los gritos histéricos de "¡¡¡sos divino!!!" no eran para él, pero igual siempre los agradecía. Nunca pudo entender como podía ella querer mas a un perrito que a su propio hermano, pero hasta eso le perdonaría. Antes de dormir, se prometía que al día siguiente, cuando la viese en el televisor que tenían en el pabellón, le diría bajito, para que sus compañeros de infortunio no se rían de él "...si me llevás a tu casa, te puedo cuidar a jazmín...", pero ella nunca lo escuchó.
Susana siempre había sido así, desde aquella vez que hizo un comercial de jabón para la T.V. se había olvidado de su hermano internado en ese infierno, sus 'asesores de imagen' le habían aconsejado que no era bueno que la gente supiera que tenía un hermano internado en el neuropsiquiátrico, aunque en realidad se había olvidado de todo lo que no fuera hacer dinero a cualquier costo, si hasta cuando le preguntaban por su hermano decía en su programa que estaba trabajando en Estados Unidos y no permitía volver a tocar el tema.
Pero él no quería creer lo que estaba viendo, no pudo entender que fuese su hermana la que hasta utilizaba a un discapacitado para pagar menos impuestos por su auto importado, que hasta llegó a esconder el auto bajo una parva de pasto cuando la policía fue a buscarlo por evasora.
Por suerte para él no llegó a ver como también usó a chicos hambrientos y abandonados para enriquecerse mas, ni como, para lograrlo, no dudó en asociarse a un cura que terminó preso por violador de menores y a un informante de la SIDE que se hizo pasar por Montonero en los 70' para entregar a los que luchaban contra la dictadura.
Sin esperanza de que alguien se ocupe de su enfermedad, solo y en total estado de abandono, decide arrojarse desde el cuarto piso del Hospital, una tarde, juntó coraje, salió al pasillo con los ojos desorbitados hacia la azotea y, antes de llegar a la escalera, al pasar la última sala, desde un televisor encendido, escucha la voz de una televidente que le decía a su hermana "...Ay Susana... como ayudás a la gente, tendrías que postularte para Diputada...", y harto de su enfermedad y de la hipocresía de los 'sanos', se arrojó de cabeza al vacío.

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