LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRAS RAÍCES.

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QUE LUCHARON Y LUCHAN POR UNA HUMANIDAD MEJOR.

LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRA GENTE, COMPROMETIDA Y SOLIDARIA.



20 de mayo de 2010

CONTRADICCIONES

Durante mucho tiempo, y no por casualidad, nos hicieron pensar que para triunfar en el sistema capitalista, el secreto era producir, tratar que cada día rindiéramos un poco mas que el anterior, de esa manera, la empresa para la que trabajábamos tendría mas ingresos, y eso nos aseguraría conservar el trabajo y, eventualmente, recibir algún aumento en nuestros salarios.

Esta idea partía de considerar a todos los seres humanos compradores potenciales del producto, pero el capitalista, entre sus muchas contradicciones, sueña con que los demás capitalistas aumenten el salario a sus trabajadores, para que el poder adquisitivo de éstos les permita a convertirse en sus clientes, pero claro, no acepta aumentar los salarios de sus obreros para que no se reduzcan sus ganancias, como bien lo analizaba Marx.

El capitalismo busca, y logra, unificar los gustos humanos y hace que los ingresos sean interdependientes, el hombre toma conciencia de las riquezas y posibilidades que ofrece el mundo a través, de la publicidad y por lo que ofrece el supermercado de su barrio. En la sociedad pre-capitalista estaba limitado a lo que le ofrecía su región. Durante la Edad Media no se conocían en Europa los ananaes, papas, tomates y un sinfín de productos de origen americano, solo se consumían frutos locales. Actualmente, en la mayoría de los países se ofrecen frutos del mundo entero, inclusive de la India y la China, cosa que no ocurría antes de la Segunda Guerra Mundial, o sea que el capitalismo establece vínculos recíprocos entre todos los productos que se conocen a partir de las importaciones y exportaciones de cada país y con ellos se realiza una gradual socialización de la vida económica. Pero sucede que todo ese proceso de interdependencia gira en torno al interés privado de un pequeño grupo de capitalistas, cuyos intereses entran en contradicción de modo cada vez mas agudo con los intereses de millones de seres humanos.

Esta contradicción entre la socialización progresiva de la producción y la apropiación privada, estalla de manera muy ostensible durante las crisis económicas periódicas que sufre el capitalismo y que son fenómenos inverosímiles por su apariencia contradictoria, pero no se trata de crisis de escasez, como lo fueron las crisis pre-capitalistas, sino crisis de superproducción. Los desempleados que producen estas crisis mueren de hambre, y no porque no haya suficiente para comer, sino porque los productos alimenticios son relativamente demasiados.

Si bien a primera vista esto parece incomprensible, ya que ¿Cómo es posible que alguien se muera de hambre porque hay exceso de alimentos?. Es el mecanismo del régimen capitalista el que produce esta paradoja. A consecuencia de los bajos salarios que impone el sistema, las mercaderías no están al alcance del bolsillo de los trabajadores, por lo tanto no encuentran compradores, luego, no solo el producto no realiza su plusvalía, sino que tampoco restituye el capital invertido. Las malas ventas obligan a los empresarios a suspender temporariamente a algunos obreros, lo que se traduce en menos consumidores, luego esos ‘ajustes’ se transforman en posteriores despidos y finalmente el capitalista decide cerrar las puertas de su fábrica para no perder dinero y deja sin trabajo a al resto de obreros que le quedaban, y como los obreros despedidos no cuentan con ahorro (reservas), ya que solo tienen su economía de subsistencia, se ven condenados a la mayor miseria porque la relativa abundancia de mercadería ha perjudicado las ventas de los patrones.

Las crisis periódicas y recurrentes son inherentes al capitalismo y nunca ha podido superarlas, aunque ahora denomina a esas crisis ‘recesiones’. Esas crisis nos recuerdan constantemente que el capitalismo está condenado a desaparecer, pero no morirá fácilmente de muerte natural, ya que tiene en sus manos la posibilidad de usar a las fuerzas de represión para acallar la reacción de los trabajadores y de esa manera lograr cargar sobre las espaldas de los pueblos dependientes el costo de sus crisis, y si logra vencer la oposición del pueblo trabajador prolongar su agonía casi eternamente, por eso se hace imprescindible que la clase obrera a partir de la unidad de clase y conciente de su fuerza la enfrente sin descanso y se transforme en su verdugo.