LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRAS RAÍCES.

POR LAS VOCES PROHIBIDAS EN LAS PÁGINAS DE LA HISTORIA OFICIAL.

POR LA MEMORIA ACTIVA, POR UNA JUSTICIA POPULAR Y SOCIAL.

LA MURALLA TOMA PARTIDO POR LOS VERDADEROS REFERENTES

QUE LUCHARON Y LUCHAN POR UNA HUMANIDAD MEJOR.

LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRA GENTE, COMPROMETIDA Y SOLIDARIA.



15 de junio de 2010

AMA SUA, AMA LLULLA, AMA KJELLA


( No robar, no mentir, no ser flojo)

Con estas palabras, tan simples pero tan llenas de contenido, los padres de la cultura Aimara, trasmitían (y trasmiten) a sus hijos, el gran secreto de tener una vida valiosa, trascendente, llena de sabiduría.

Con estas palabras tan simples, el actual referente espiritual de esa etnia, Evo Morales, fue investido por su pueblo en enero del 2010, para que los represente políticamente y espiritualmente.

En el desarrollo de la ceremonia, no se trasladaron grandes secretos escondidos en algún lugar sagrado, ni tablas dictadas desde el mas allá, nadie se puso de rodillas, porque no se puede enseñar la libertad a través de la humillación, no hubo mandamientos escritos por seres de otra galaxia, porque las grandes verdades, los verdaderos valores humanos son de este mundo, nadie le pasó secretos que solo pueden ser revelados a una elite, porque ellos hablan, piensan y obran de cara a la gente. Tampoco se levantaron palacios para albergar a sus referentes, se hizo la ceremonia en Tiahuanaco, las ruinas de lo que fue un centro ceremonial, se hizo lejos del lujo que envilece las grandes palabras y trastoca los pensamientos fundacionales.

No robar implica no enriquecerse con el esfuerzo ajeno, es no quedase con el fruto del trabajo de su hermano, es despreciar la vulgaridad del lujo y la banalidad de la ostentación. Todos sabemos que esas hermosas palabras están repetidas en casi todas las religiones, pero casi ninguna la practica y en otras, uno puede quedar perdonado de la falta si lo confiesa a algún clérigo, pero claro, eso no necesariamente implica que deba ser devuelto lo hurtado, por lo que el acto de arrepentimiento y confesión se transforma en una parodia y no en un acto de reparadora justicia, y este hecho nos remite a NO MENTIR, porque para no mentir, es imprescindible tener conciencia de la responsabilidad de cada acto de nuestra vida, porque luego se verá obligado a distorsionar los hechos para encubrir la falta.

Sabemos también que en un sistema capitalista, occidental y burgués, es muy difícil transitar la vida sin mentiras, porque el sistema nos pone trampas a cada paso que damos, las tentaciones a que estamos expuestos nos hacen vacilar, los ejemplos de corrupción que recibimos a diario de quienes se supone que son nuestros funcionarios y referentes políticos y religiosos van mermando nuestra capacidad de mantenernos honestos, solo una férrea voluntad puede mantenerse libre de ese bombardeo de provocaciones y esa voluntad necesita estar contenida por una ideología, un ideal que buscar, una utopía que compartir, un objetivo que sea mas importante que el ‘yo’ egoísta, que esté lejos de esos pequeños ‘permisos’ que nos damos a diario para transgredir nuestro compromiso con esos ideales, con esa primavera que buscamos afanosamente, como dijera el Comandante, porque no queremos dejar a las futuras generaciones, una sociedad donde la ignominia nos paralice, donde el absurdo sea la norma, y para poder sobrellevar todo eso se debe NO SER FLOJO, no dejar en cada esquina jirones de nuestra dignidad por no combatir las trampas que nos pone el sistema. No se puede ser flojo en la lucha por un mundo justo, no podemos olvidarnos de la lucha para derrotar a este capitalismo oprobioso que se está llevando nuestra piel a jirones en forma despiadada y asesina.

En cada chico que muere de desnutrición, que no tenga un techo, en cada hombre sin trabajo digno, en cada anciano sin protección, hay una afrenta que nos hacen a todos y cada uno de nosotros, y eso es lo que la cultura Aimara les enseña a sus hombres y mujeres, esas simples palabras que nos están legando generosamente y que toda Latinoamérica toda debe tomar para trasladarla de la misma forma que la recibió a todos los oprimidos del mundo.