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22 de diciembre de 2009

Borda VII


Tenía 12 años cuando empezó a drogarse con pegamento porque, según me cuenta, el que no lo hacía en su barrio de La Tablada no era admitido en la barra.
Cuando a los 15 la relación con los padres se torna inmanejable, éstos deciden internarlo en una Clínica de recuperación, se escapa al poco tiempo, lo vuelven a internar una y otra vez, a veces los padres, otras los jueces, pero para un muchacho como él, con varios maxikioscos asaltados y otras tantas estaciones de servicio vaciadas era muy fácil fugarse de las 'granjas de recuperación' que le propone el sistema. La cosecha de verdura no era su fuerte y los psicólogos jamás lo entendieron.
A los 18 las drogas pesadas eran su almuerzo habitual, en las terminales de trenes era conocido por andar con la mirada perdida y el estómago vacio.
En un 'escruche' la policía lo manda a Devoto, pero el síndrome de abstinencia lo enloquece, el encierro hace el resto y termina tajeándose el cuerpo para salir de allí.
Al entrar en la cárcel del Borda (unidad 20), un pastor lo convence de que el demonio se había apoderado de su cuerpo y se hace evangelista, reza todos los días, lee la Biblia con obsesión pero sigue drogándose, le pide a dios que lo libere del maleficio, pero nadie parece escuchar su ruego. El fanatismo religioso al que lo induce su pastor le hace leer la Biblia en voz alta desde su celda del primer piso todas las noches para que los demás lo escuchen y se conviertan al evangelismo como él. Como resultado mas palpable se cuentan los insultos y silbidos que recibe de otros internos para que se calle y los deje dormir.
El padre lo visita todos los sábados y juntos tratamos de hablar con él, pero solo habla de dios y de la droga. Se tatúa en un brazo 'la daga y la serpiente' símbolo tumbero de 'muerte a la yuta' y en el otro un crucifijo, usando como materia prima el líquido que contiene una pila en su interior y como herramienta tres agujas atadas con un hilo.
Después de dos semanas de no verlo, el sábado lo encontré todo demacrado y sin color en el rostro. Hacía 24 horas lo habían dado de alta en la enfermería del penal, me entero que se sacó los testículos con una hoja de afeitar para "purgar sus culpas y que dios le preste atención..."
Tiene 23 años y ninguna vida por delante.

A Gerardo

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