LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRAS RAÍCES.

POR LAS VOCES PROHIBIDAS EN LAS PÁGINAS DE LA HISTORIA OFICIAL.

POR LA MEMORIA ACTIVA, POR UNA JUSTICIA POPULAR Y SOCIAL.

LA MURALLA TOMA PARTIDO POR LOS VERDADEROS REFERENTES

QUE LUCHARON Y LUCHAN POR UNA HUMANIDAD MEJOR.

LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRA GENTE, COMPROMETIDA Y SOLIDARIA.



29 de septiembre de 2010

Agosto de 1896: La gran huelga ferroviaria


A veces pienso que la juventud puede creer que las grandes luchas sociales necesitaron un dirigente o un gremio para realizarse, pero si bien es bueno agremiarse y tener una organización que organice y respalde la lucha, no siempre fue así y para ser sincero, a veces creo que las luchas sin claudicaciones se llevaron a cabo sin los grandes gremios ni los famosos dirigentes, salvo honradas excepciones.

Cuando finalizaba el siglo XIX, y a clase burguesa se preparaba para celebrar el primer centenario (1910), con gran despliegue de recursos y festejos, la clase obrera estaba pasando por uno de los momentos más angustiosos de su historia, víctima de trabajo semi-esclavo, sin descanso dominical ni cobertura, ni leyes que los protegieran, enriquecían a los patrones a costa de su salud y dejando su vida en cada fábrica o estancia. Por su parte la clase dominante se sentía dueña del país, sus estancias daban ganancias exuberantes, la exportación de lana, cuero, granos, más el manejo del Estado, representados por presidentes que ponían a su antojo, con un ejército listo para reprimir cualquier revuelta obrera, y con un ejército paralelo llamado ‘Liga Patriótica’, que no era otra cosa que grupos parapoliciales de hijos de familias enriquecidas que hacían las veces de policía y amedrentaban, golpeaban, torturaban y mataban a gente con una impunidad que más de un genocida de nuestra época envidiaría.

Estos grupo estaban armados y organizados desde a incipiente Sociedad Rural, que, gracias a la venta de sus productos al extranjero veía como el dinero le entraba a raudales sin esfuerzo y sentían que el poder estaría en sus manos por centurias.

Con todo el poder a su disposición se sentían tan seguros que las primeras huelgas, de panaderos y yeseros, no lograron preocuparlos ni hacerles perder el buen humor y ritmo de vida, pero no supieron ver que en Europa se cocían otras habas que no tardarían en llegar a nuestras tierras. La Comuna de París había cambiado aquella idea que aseguraba que el que había nacido para esclavo debía aceptar su destino ya que todo respondía a un orden natural. Ya Marx y Engels habían publicado el Manifiesto Comunista y varios de sus escritos, y sus libros recorrían Europa con un mensaje claro y definitivo: que el destino se la clase obrera se puede cambiar si sus componentes se unen.

Las nuevas ideas estaban llegando a la Argentina dentro de los ataditos de ropa que traían los inmigrantes y tenían forma de libros, que fueron traducidos y difundidos entre los obreros y el pensamiento libertario de Marx, Bakunin y las historias de las luchas obreras que se libraban del otro lado del mundo cambiaban la forma de pensar de los trabajadores.

A raíz de un accidente ferroviario, donde un ‘niño bien’ fue arrollado por un tren, su maquinista fue detenido acusado de asesinato y trasladado desde Rosario a la Capital para ser juzgado, Sus compañeros, en un acto de solidaridad proletaria inédito hasta ese momento, deciden realizar un paro hasta que liberen al compañero Smith, y toda la línea del Ferrocarril Central Argentino se detiene, dejando sin ese servicio a gran parte de la producción de los terratenientes sin poder llegar a destino, que, ansiosos porque sus productos puedan llegar a embarcar rumbo a Europa. Usando su poder con el gobierno y sus jueces, logran liberar al maquinista, y a los tres días, fletan un tren especial solo para llevar a Smith hasta Rosario, su lugar de trabajo y poder detener la huelga que los estaba acuciando. Cuando Smith llega a Rosario, sus compañeros lo llevan en andas como señal de triunfo. Ese hecho demostró a los obreros que la fortaleza solo la da la unidad. La patronal inglesa se pone en guardia.

El 13 de Agosto de 1896, en los talleres ferroviarios de Tolosa (cerca de La Plata, provincia De Buenos Aires) unos 700 obreros calificados, más los peones, deciden presentar un petitorio exigiendo 8 horas de trabajo, descanso dominical sin modificar el salario y el pago de horas extras. Por supuesto la respuesta de la empresa fue un rotundo ¡NO!. Los obreros realizan una asamblea y deciden declarar la huelga. La empresa de capitales ingleses, recurre al gobierno pidiendo represión, y éste envía a la policía a caballo a reprimir la huelga. En otra asamblea se resuelve continuar la huelga y solicitar la solidaridd de todos los ferroviarios del país (ya tenía la Argentina 72.000 kilómetros de rieles), inmediatamente los talleres de Caballito, en la Capital Federal, se pliegan. Le siguen los talleres de Solá que era el segundo conglomerado ferroviario más grande del país y 1.000 operarios se pliegan a las exigencias de sus compañeros. Una a una las estaciones de tren de todo el país se pliegan, los obreros usaban el telégrafo del ferrocarril para comunicarse y se pasaban información en código Morse entre ellos, usando los mismos equipos del ferrocarril.

El 15 de Agosto se pliegan los siderúrgicos de las empresas más importantes y los obreros del frigorífico La Negra, en la Capital los trabajadores de la fábrica Alpargatas, los operarios de tranvías adhieren y se pliegan a la lucha. Los ingleses, desesperados pero no dispuestos a que obreros les disputen sus ganancias, piden una dura represión al gobierno, pero ya eran mas de 20.000 los huelguistas, trabajadores sin gremio, sin dirección pero con un alto sentido de la legitimidad de sus reclamos, estaban conociendo el valor de la solidaridad y la lucha.

La empresa trata de traer extranjeros para suplantar a los huelguistas y publican avisos en diarios italianos solicitando trabajadores ferroviarios, ofreciendo altos sueldos, pero ya estaba la Internacional Italiana que había organizado las primeras movilizaciones del 1* de Mayo desde hacía 4 años, trabajando y aclarando a los obreros genoveses que no vinieran, que su trabajo sería el de rompehuelgas y llamaba a solidarizarse con las luchas, por lo que el intento de la patronal fracasa.

La lucha duró 3 meses, y aunque no se lograron todos los puntos del petitorio, la semilla sembrada hizo que la clase obrera decidiera pasara a ser protagonista de su propia historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario