POR LAS VOCES PROHIBIDAS EN LAS PÁGINAS DE
LA MURALLA TOMA PARTIDO POR LOS VERDADEROS REFERENTES
QUE LUCHARON Y LUCHAN POR UNA HUMANIDAD MEJOR.
LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRA GENTE, COMPROMETIDA Y SOLIDARIA.
1 de octubre de 2010
Hacia la construcción del Hombre Nuevo
(De sabihondos y suicidas V)
A muchos que participamos, en mayor menor grado de compromiso, en la lucha contra las dictaduras que azotaron el país, no deja de sorprendernos que algunos ex militantes sigan repitiendo el discurso que nos bajan los medios de comunicación, asegurándonos, a fin de que nos convenzamos, de que las organizaciones guerrilleras tuvieron que darse por vencidas frente a los militares. En lo personal no dudo en afirmar que, salvo los errores inevitables de ese tipo de organizaciones, la victoria fue nuestra y que, estratégicamente, fuimos mucho mas allá de lo que nos habíamos propuesto.
Antes de que me acusen de loco, voy a explicar por qué digo eso: Nadie con algo de sentido común, podría suponer que unos pocos miles de militantes, deficientemente armados, podrían derrotar militarmente a enemigos que contaban con hospitales de campaña, helicópteros, tanques de guerra, aviones, satélites de comunicaciones y hasta barcos, entre otros elementos, eso lo sabíamos muchos, aunque en algunos influía el ejemplo de Cuba y la derrota que un grupo pequeño de guerrilleros logró infligirle al ejército de Batista, y soñaban con tener un resultado parecido, sin tener en cuenta las dimensiones y característica de nuestro país, tan diferente al cubano, siendo que deberían haber comparado nuestra lucha mas cerca de la lucha de Argelia contra la dominación francesa, que debieron perder en el plano militar pero lograron la independencia por la popularidad y el grado de solidaridad a nivel internacional que, gracias a esa guerrilla, habían obtenido. No creo equivocarme al decir que el error surgió al tomar al pié de la letra el discurso que venía de algunos dirigentes con un grado de exitismo desmesurado, quizás discurso hecho para que no se cayera el nivel de combatividad de los militantes guerrilleros.
Esto no se entiende, sino sabiendo que nosotros solo fuimos una parte pequeña, pero imprescindible, de un pueblo que resistía de muy variadas formas y que no tenían que ver con las armas, y si bien, en la mayoría de los casos, no teníamos contacto directo con otros grupos, sabíamos que allí estaban y ellos también contaban con nosotros. Si uno no asume esta relación de las fuerzas populares, no se puede explicar el grado de solidaridad que se desarrolló y que se reflejó cuando logramos terminar con la dictadura.
Era un hecho normal, durante la dictadura, que cuando una fábrica estaba en conflicto, sin que los obreros nos llamasen, ellos sabían que contaban con nuestro aporte, entraban nuestro periódico a la fábrica, escuchaban lo que decían nuestros compañeros en las asambleas y los cuidaban para que pudieran entrar y salir de la fábrica sin ser detenidos. Por supuesto que también el frente cultural estaba presente y aportaba realizando obras de teatro que desarrollaban el tema de la huelga, los músicos populares alzaban la voz en los recitales haciendo la crítica al sistema que ponían al desnudo sus bajezas y contradicciones, cuando no realizaban recitales sin cobrar a fin de juntar dinero para los obreros en huelga. Los estudiantes secundarios y universitarios daban participación a muchos militantes de organizaciones guerrilleras en las listas electorales concientes que, a pesar de las diferencias ideológicas que los separaban de algunas organizaciones nos reconocíamos mutuamente como integrantes del campo popular.
Hoy, muchos artistas y obreros reconocen que sin nuestro aporte, no hubieran sido posible muchos logros y luchas que habían protagonizado. Todo eso fue posible por la ya histórica miopía de las fuerzas armadas que no conocen otra forma de reprimir que a los tiros y desapariciones y creen que esa es la forma de disciplinar un pueblo, pero alguien debería avisarles que los tiempos han cambiado y que lo de ellos ha quedado en el pasado.
Cuando en 1986 Alfonsín propone la idea de ‘los dos demonios’ para darle un marco de consenso jurídico a la ley de Obediencia Debida y Punto Final, que intentaba liberar a los militares de toda responsabilidad por el genocidio y torturas que habían aplicado al pueblo, se realizó una marcha de repudio, y solamente en la Capital Federal, salimos mas de 250.000 personas a repudiar esa medida, y si sumamos a eso las columnas y actos similares que se realizaron en otras provincias, tendremos una cifra que superó ampliamente el millón de personas, y fue en esa marcha que por primera vez nos mirábamos a los ojos unos a otros, que nos encontrábamos cara a cara, sabiendo que habíamos estado peleando del mismo lado sin conocernos.
Allí estaba presentes los que habían luchado desde el frente barrial, los que estuvieron en el frente sindical, los que estuvieron en el frente cultural, artístico, los poetas, los escritores, los músicos, los militantes de base de los partidos políticos y tantos otros, y allí nos estábamos diciendo con la mirada, mientras marchábamos hacia la Plaza de Mayo, yo me reconozco en vos, aunque no sé tu nombre, yo no perdono la desaparición y muerte de tu compañero que también era el mío, porque sé que si hoy no está es porque no abandono la lucha contra los enemigos de nuestra clase.
Es por eso que no tengo dudas que ganamos esa lucha, y la seguimos ganando a pesar de los años transcurridos, la lucha sigue y nuestras victorias de hoy, son por el reconocimiento a los referentes caídos, y si hoy podemos ponerle el nombre de Rodolfo Walsh a una plaza, a una calle, a una biblioteca, se lo debemos a aquellas victorias. Si podemos convertir a ex centros de detención clandestina en lugares donde el pueblo se puede expresar es por aquellas luchas, y a la vez, sin aquellas huelgas de los obreros, ni el apoyo de los artistas populares, que a muchos de ellos debieron conocer el exilio y las prohibiciones o integraron listas negras por haber apoyado las luchas en todas sus manifestaciones, los cineastas, sin todos ellos, decía, nuestras luchas no hubieran trascendido y no hubieran tenido sentido.
No nos engañemos mas ni permitamos que nos quieran convencer de lo contrario, la victoria fue nuestra, pero ‘ellos’ no pueden permitir que el pueblo sepa que ganó, temerosos que en algún momento quiera avanzar en las conquistas obreras y ya no detenerse hasta la victoria final.
Al hacer el análisis de aquellos tiempos, veremos que a pesar de que algunas tácticas parecían suicidas, la estrategia estaba planteada para el largo plazo y se está cumpliendo, pero es importante que tengamos conciencia que no debemos bajar los brazos, que esta democracia que es meramente formal, que no es el objetivo final buscado, que si bien es una pequeña puerta que hemos abierto, no debemos permitir que se cierre, sino, muy por el contrario, abrirla cada vez mas hasta lograr un mundo sin excluidos, sin hambre y en plena construcción del Hombre Nuevo marchando victorioso hacia su liberación.
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