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15 de noviembre de 2012

LA EDUCACIÓN II

LA IGLESIA Y LA EDUCACION 


                                                   
          A mediados del 1500, cuando el poder del Papa empieza de decaer, el clero se reorganiza en una suerte de milicia a la que llama Orden de los Jesuitas, fundada por Ignacio de Loyola y con un objetivo claro y de largo aliento, devolver a roma el poder perdido. Su brazo mejor preparado fuel dedicado a la educación, en el terreno estrictamente pedagógico los jesuitas dieron a sus colegios un barniz de cultura. Sin importarles demasiado la enseñanza popular, sin embargo se esforzaron en captar la educación de nobles y de la burguesía acomodada, Consejeros de los grandes señores, directores espirituales de las grandes damas, profesores de los niños distinguidos, se jesuitas se entremezclaron rápidamente en el mundo de la educación y pronto fueron los maestros por autonomacia, y luego de 60 años de trabajo elaboraron su Plan de Estudios, luego de juntar mucha experiencia y asambleas entre sus miembros.

          Acá debemos detenernos un instante para recordar que el jesuita no es solamente un confesor, es un director espiritual y como tal es consultado sobre todo, desde el nacimiento, el casamiento y los negocios, y no se cree obligado al secreto de confesión, de manera que si veinte directores que viven juntos en un monasterio, pueden examinar y manipular los miles de almas de la comunidad en que viven con la información que recogen de esas almas que están abiertas para ellos y que ellos conocen hasta sus secretos mas guardados, los que pueden ser debatidos en sus conciliábulos y a partir de ese conocimiento preparar sus acciones para actuar en esa sociedad.

         El reglamento de estudios que data de 1599 está vigente hasta hoy en los colegios jesuitas, es la mas perfecta organización que se conoce para romper en los alumnos hasta el mas tímido asomo de independencia personal, y para lograr, por lo tanto, colaboradores adictos, celosos e incondicionales para las esferas de un gobierno y de las finanzas. “En igual forma que se fajan los miembros del niño desde la cuna –decía el jesuita Cerutti en su apología- es necesario desde la primera juventud fajarles la voluntad para que se conserven el resto de sus vidas en una feliz y saludable flexibilidad”. La cultura intelectual es inculcada de modo tal que no se llegara jamás a la emancipación  intelectual. Se puede leer en sus constituciones “ Ninguna de las personas empleadas en servicios domésticos por cuenta de la sociedad deberá saber leer y escribir. En ningún caso se la instruirá a no ser con el consentimiento del general de la Orden, porque para servir a Jesús, basta la sencillez y la humildad”. Así de claro desprecian los jesuitas todo lo concerniente a la educación popular ‘guárdate del deseo de saber demasiado’ les recuerda su manual ‘es un gran insensato el que busca otra cosa que no sea servir a su propia salvación’. Basta recordar que la regla mas importante de las escuelas es guardar silencio, lo mismo para los profesores como para los alumnos, está casi prohibido hablar con el maestro y los castigos corporales son moneda corriente en sus aulas. Tienen como objetivos, que en sus escuelas se enseñen trabajos manuales (escuelas de artes y oficios) pero de modo tal “Que las escuelas lleguen a ser agencias de información donde las personas acomodadas puedan ir a buscar servidores para sus casas o trabajadores para sus empresas. Los maestros visitarán las casas de los alumnos para informarse de ‘las costumbres y prácticas religiosas de sus padres y deben revisarles la correspondencia para que no se difundieran los libros contaminados de herejía”.

          Para finalizar este segmento, recodemos que revoluciones en la cultura no hemos visto mas que dos, cuando la sociedad primitiva se dividió en clases y cuando la burguesía del siglo XIII sustituyó al feudalismo, y hemos visto como la educación ha estado siempre al servicio de las clases dominantes, hasta que  otra clase revolucionaria consigue desalojarla e imponer su nueva educación. Cuando la nueva clase no es todavía bastante fuerte, se conforma provisoriamente con que la clase dominante de apriete un poco para hacerle un sitio. En ese caso no hay una revolución, en la educación, sino, simplemente una reforma.  

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