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19 de diciembre de 2009

Borda IV


Su vida nunca fue fácil. Nacido en un hogar donde jamás sobró nada, nunca aprendió a leer ni a escribir hasta muy entrada su golpeada madurez. De chico, como tantos otros, su destino fue el de lustrabotas, y cuando es la calle la que debe formar a un pibe, aparecen la violencia y el alcohol. Ya hecho un muchachón, en su pueblo de Baradero lo apodaban EL CACIQUE, por su actitud hostil hacia todos los que lo miraban de alguna forma que él creía ofensiva, y... empezaba a repartir piñas. Su puño siempre fue rápido y su golpe certero. Alguien lo entusiasmó para que se dedicara al boxeo. Para él no fue cambiar de vida, ya que no conocía otra forma de conectarse con el resto de sus congéneres que no sea a los golpes, y además, la gimnasia le gustaba.

Al tiempo su nombre trascendió el pueblo que lo había visto nacer, llegó a Mar del Plata, le bastó un año para que no le quedaran rivales en pié. Cuando caía el gobierno de Illia, el cosechaba triunfos arriba del ring. Su próximo paso fue Buenos Aires, y fue aclamado en el Luna Park por miles de personas en cada presentación. Al poco tiempo el cinturón de Campeón Argentino fue para él, pero no pudo saber que leyenda tenía escrita, los éxitos deportivos no le dejaron tiempo para aprender a leer y además, los 'amigos'... que nunca faltan, le decían que si estaba ganando fortunas, ¿para qué perder tiempo con los libros?.

Cuando el amor le hizo señas no lo rechazó, pero la vida le había enseñado que para hacerse respetar debía usar sus puños, y cumplió una pequeña condena cuando, en la primera discusión conyugal, su mujer terminó en el hospital.

El título de Campeón Sudamericano no se hizo esperar. Cuando el General Lanusse se autoproclamaba Presidente de la Argentina, él llegaba a los 200 combates como profesional. Se ufanaba de haber ganado el equivalente a siete departamentos en la defensa de un título y perderlos esa misma noche en la ruleta de Mar del Plata.

Las mujeres pasaban por su vida, pero luego de recibir regalos y trompadas lo abandonaban.
Cuando dejó el boxeo, lo dejaron los amigos, el éxito y las mujeres, y vino el derrumbe físico y psíquico, por una pelea callejera lo internan en el Borda. Allí aprendió a sacar fotos, a leer y a escribir y tomó conciencia de muchas cosas...pero ya no le sirvieron, falleció en enero del 2003.

A Andrés Selpa (El Cacique)

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