La lucha obrera en nuestro país es de larga data, el viejo dicho “es mas viejo que la injusticia”, tan común entre nosotros, debería completarse con “y la lucha de los trabajadores es tan vieja como la injusticia”.
De la mano de la propiedad privada, nace una clase social que, al declararse ‘propietaria’ de tierras en un principio y de fábricas, talleres y empresas luego, éstos necesitan para la explotación de sus propiedades, mano de obra, y por supuesto, a menor participación en los beneficios obtenidos que reparta entre los obreros, mayor será su ganancia y cada día, mayor también será la diferencia económica y social entre unos (los capitalistas) y otros (los trabajadores).
En la Argentina, la primer huelga de que se tienen datos precisos, fue la que llevaron a cabo por los tipógrafos y que se realizó a partir del 2 de Septiembre de 1878 y que se prolonga por mas de 30 días, pero a pesar de que se trata de un hecho absolutamente inédito, los diarios de esa época no lo registran como un punto de inflexión en las relaciones laborales ni como la importancia del hecho lo requería, solo lo aclaraban en las páginas internas como una explicación por la forma no convencional que salía el diario en esos días. Para la clase acomodada, no era preocupante, ellos tenían otras cosas en que pensar.
Eran tiempos de bonanza en el país para ellos, las tierras que en esos años estaban arrancando a las tribus que habitaban las tierras más fértiles de la pampa húmeda con el histórico método de balazos y sablazos, se estaba rematando y los terratenientes hacían cálculos y soñaban con la riqueza que éstas tierras les reportarían.
Mientras tanto, los dueños de los diarios, a fin de aumentar sus ganancias, habían reducido los salarios de los trabajadores, ya de por sí paupérrimos, y aumentado las horas de trabajo que excedían en todos los casos las 14 hs. diarias.
Este fue el detonante, y a pesar de encontrarse en una situación que les costaba controlar, ya que no existía hasta ese momento sindicato alguno que los contuviera y orientara, salvo la Sociedad Tipográfica Bonaerense, pero su función era de carácter meramente mutualista y no estaba preparada para llevar adelante la lucha.
En 1877, los obreros fundan la Unión Tipográfica, con el fin de organizar la defensa de sus intereses, en 1878, se efectúa una asamblea para evaluar las condiciones laborales del gremio, cuenta la crónica del momento que esa Asamblea (30/agosto) fue multitudinaria, mas de un millar de trabajadores se reunieron en el teatro de la Alegría y comenzó la organización verdadera. Cada representante (delegado) de taller o imprenta, hacía la lista de los compañeros de sus trabajo, con las tareas que realizaba cada uno y el salario que percibía, luego se firmó un acta de Asamblea donde los trabajadores se comprometían a respetar y acatar las resoluciones que se decidieran y se elaboró un pliego de exigencias, los que se entregaron a cada regente o propietario de los diarios, intimándolos a aceptarlo, caso contrario se declararía la huelga.
Al negarse la patronal a aceptar los pliegos, ya que éstos incluían una jornada de trabajo de 10 horas en invierno y 12 en verano, comienza la huelga. Los principales diarios salen reducidos a menos de la mitad de sus páginas y los menos importantes directamente no pueden salir. La patronal amenaza con reemplazar a los huelguistas con obreros que traerían desde Uruguay, pero el gremio de tipógrafos uruguayos envía una nota ‘saludando la combatividad de los colegas argentinos’ y asegura que ninguno de sus trabajadores será cómplice de la patronal. Esta respuesta que no era esperada por los patrones de los diarios los descoloca y es un hecho fundamental en el resultado posterior de la huelga. Luego de casi 40 días de huelga, los trabajadores logran sus exigencias y esta victoria será la primera registrada por la historia de las luchas obreras en la Argentina.
Es necesario aclarar que la patronal no estaba sola en la lucha contra los trabajadores, a principios de 1884, llega a la Argentina una delegación desde Roma y la Iglesia Católica comienza a organizar gremios paralelos con el fin de frenar el avance del descontento y quitarle, en lo posible, algo de la fuerza que luego tuvo. Su respaldo ideológico era el llamado que el papa León XII hace en su famosa encíclica ‘Resum Norarum’, donde planteaba sin sonrojarse que los obreros “ se habitúen a contentarse con su suerte, a soportar meritoriamente los trabajos y llevar siempre una vida apacible y tranquila”, intentando que se cumpla aquello que años después cantaría el catalán, que todo siga igual y que,
…vuelva el pobre a su pobreza,
vuelva el rico a sus riquezas
y el señor cura a sus misas…
Todo este movimiento clerical que logró formar grupos de católicos, donde para ingresar debían ser argentinos y no tener objeciones a la propiedad privada, nunca pudo ser factor de poder dentro del movimiento obrero y terminó sus días de la mano de Monseñor De Andrea manejando unos círculos católicos de obreros, sin mas peso que una suerte de clubs en algunas ciudades del interior y Buenos Aires.
Hoy, a 138 años de éste hecho, recordamos a esos trabajadores que nos mostraron el camino de la dignidad con nuestro homenaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario