Sexualidad
En la historia de la Humanidad, los hábitos sexuales han sufrido modificaciones y diferentes formas de aceptación o rechazo, según las presiones que ejercieron de las religiones y los sistemas políticos… y las necesidades económicas.
Si tomamos como punto de partida la cultura de los griegos durante los siglos V y IV antes de nuestra era, podremos ver las modificaciones en lo que hace a la "permisividad" de la sociedad sobre algunos hábitos, ya que de ellos tenemos la mayor cantidad de documentación (poesía-tragedia-historia) escritos sobre el tema.
El llamado siglo de Pericles (495-429 a.c.) se caracterizó por el desarrollo de las artes y las ciencias, éstas dejaron de ser un simple listado de recetas para transformarse en un estudio profundo, la medicina, de la mano de Esculapio primero y de Hipócrates luego, logra esa transformación, las artes adquieren una relevancia hasta ese momento impensada que transforman a Atenas en un enorme taller de arte, que ocupaba toda la ciudad, casi no había calle sin escultura, cada dios o semidiós tenía su monumento que lo eternizaba, los atletas mas destacados tenían su efigie. Cada actitud humana era desmenuzada por los filósofos y poetas. Claro que no podemos dejar de señalar que todo eso podía ocurrir a partir de un poderoso ejército que invadía estados y sojuzgaba pueblos (Maratón en el 491 -Salomina en el 480), lo que les permitía, a los atenienses, vivir alegremente del botín conseguido en cada conquista y de los impuestos que imponía a cada pueblo vencido.
Esta época corona un período de evolución que se da en lo económico, lo político, intelectual y moral y que influirá en su cultura durante los 4 siglos posteriores.
En una sociedad fundamentalmente guerrera, el desarrollo físico de sus ciudadanos es considerado un objetivo importante para todo hombre, y su fuerza y habilidad se demuestra en su actividad gimnástica y de allí la importancia que adquiere un atleta victorioso en las olimpíadas, pero esa cultura, también incluye una exigencia de cortesía, belleza y elegancia, identificada con un humanismo pequeñoburgués y chauvinista que suponía el gobierno de la lucidez y la inteligencia.
Los griegos habían logrado, al decir de Aristóteles, determinar el "oficio del hombre", la "hominización", un humanismo incompleto, lleno de violencias asombrosas, como la esclavitud, la exclusión de los bárbaros, pero a pesar de eso Jaegar asegura que: “la obra de arte por excelencia de los griegos, es el hombre”, por supuesto que esto tiene validez solo si tomáramos como váldos los parámetros de justicia que ellos levantaban…
Con este escaso e incompleto preámbulo nos preguntamos ¿Cómo entendieron los griegos la sexualidad?, ¿Cómo imaginaron la relación hombre-mujer? Si observamos las esculturas que sobrevivieron a nuestros días, veremos que la mayoría corresponden a cuerpos masculinos, y en ellas vemos que el aprecio de los cuerpos masculinos y musculosos por los griegos es evidente.
Otro dato interesante es que casi no hay obras escritas por aquellas épocas que nos hablen de amores desencontrados o no entre un hombre y una mujer, los poetas tampoco lo hacían. Un gigante del lirismo, Pindaro, se centra mayormente en temas ‘deportivos’. Casi la única excepción, es la poetisa Safo (625-580 a.c.), llamada la 10ª. Musa, muy leída en Grecia (las jóvenes la estudiaban de memoria), que nos ha legado su poesía casi completamente dedicadas a las jóvenes muchachas que la acompañaban en su instituto de educación para mujeres adolescentes, aunque no debemos olvidar que vivía rodeada de doncellas que se educaban en su escuela de literatura, por lo que, quizás equivocadamente, se le atribuye una supuesta homosexualidad.
Otra fuente para tratar de entender la sexualidad de aquella época son los filósofos, los diálogos de Platón, tan cercanos a la vida de los jóvenes atenienses, están cargados de referencias a Sócrates, a quien acusaba de corromper a la juventud.
Los griegos no han tenido un “Libro Santo” de donde extraer una doctrina de vida (quizás para bien de ellos), pero tenían a Homero un ‘Maestro de Grecia’ como decía Platón. Hesídoto, otro autor de tragedias de la cultura griega, es declaradamente misógino, es el que relata el mito de Pandora, la mujer que con su atolondramiento e irresponsabilidad se convierte en la fuente de todas las desgracias.
A pesar de que el pueblo griego es amante del aire libre, sorprendentemente, las mujeres de la clase alta, quedan recluidas en la casa, su vida social se reduce a las compras personales (el resto lo hacía la servidumbre) , va al teatro,y al templo a adorar a sus diosas, no tienen casi vida social, el ágora no les estaba permitido, la política no se les permite, su dormitorio no es compartido por el marido, ellos habitan otro sector de la casa, donde sus relaciones con los esclavos y jóvenes atenienses no son controlados por la mujer, hasta en el teatro, los papeles femeninos son interpretados por hombres.
Al momento de casarse era bastante usual que el novio no conociera a su futura esposa ¿Cómo conocerla si ella nunca salía?, el arreglo se hacía de familia a familia y era una transacción económica que debía favorecer a las dos familias involucradas, y los sentimientos no ejercían ninguna influencia en la elección de las parejas. Llamaba la atención la actitud “extraña” de Pericles, ya que prefería la compañía femenina en la cama y para intercambiar ideas.
Por supuesto que influyó necesariamente en la elección sexual de la juventud las barreras que imponían las costumbres de la época, al estar las mujeres condenadas a casarse con hombres que ni conocían, no podían establecer una relación afectiva, ya que la familia era quien le imponía el marido, entonces muchas de ellas tendían a poner su cuerpo al servicio del marido para procrear y así cumplir con el mandato familiar, pero sus afectos amorosos pasaban por las relaciones que establecían con otras jóvenes con las que convivían, estudiaban y hablaban diariamente.
En Grecia, la homosexualidad era un hecho evidente, y no disimulado y mayoritariamente de la clase aristocrática.
El caso de Esparta es paradigmático, el estilo de vida impuesto a los jóvenes tornaba casi inevitable la homosexualidad. Formados en escuelas militares, casi no veían mujeres, comían, se ejercitaban, dormían rodeados de hombres, se casaban a los 30 años en promedio, en esas circunstancias era muy fácil que naciera la homosexualidad, pero se le atribuía un valor estrictamente militar. El batallón ‘sagrado’ de los tebanos, compuesto por parejas de amantes, tuvo durante mucho tiempo, reputación de invencible, el rey de Macedonia, Filipo, a pesar de no ser homosexual, aseguraba que esos soldados “no se les podía tratar de afeminados”. No se trataba de la relación de un hombre maduro y un jovencito, eran relaciones entre edades muy próximas, donde se trataba de enorgullecer y seducir a la pareja, mostrando su valentía.
Al finalizar este soliloquio, nos seguimos preguntando ¿Qué define la sexualidad?, ¿Deberíamos volver a definirla?, si escuchamos a Simone de Beauvoir, cuando asegura que “una mujer no nace, sino se hace”, lo podemos hacer extensivo a los hombres, y sin pretender enmendarle la plana a nadie, podríamos decir que la relación sexual no es una relación entre dos aparatos sexuales, ni siquiera entre dos cuerpos, sino entre dos personas, con todo lo que ello implica, y el orgasmo es, por excelencia, un fenómeno psicosomático y nada hace pensar que la relación sexual ‘debe’ ser necesariamente entre dos personas de distinto sexo, deberíamos empezar a aceptar que la elección de pareja, pasa, a pesar de lo que nos intentaron imponer las religiones, por la libertad y los afectos. Quizás si empezamos a entender esto significará que estamos preparados a entender las cosas simples de la vida.
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