LA MURALLA TOMA PARTIDO POR NUESTRAS RAÍCES.

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POR LA MEMORIA ACTIVA, POR UNA JUSTICIA POPULAR Y SOCIAL.

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QUE LUCHARON Y LUCHAN POR UNA HUMANIDAD MEJOR.

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22 de febrero de 2010

TEMAS DE DISCUSION XV

Ser Latinoamericano (7º parte)

Aquel 1 de abril de 1962, el país se despertó con una sensación extraña en el estómago, se enteró que tenía un nuevo presidente que jamás había votado y del que casi nadie sabía nada. Se trataba de José M. Guido, un oscuro diputado por Río Negro que las revistas de humor político lo caracterizaban como un amante del vino como única característica sobresaliente, pero aunque parezca mentira, contó, durante su breve gobierno, con un amplio apoyo de varios partidos políticos y de grupos de militares, aunque por distintos motivos. Estos porque les resultaba muy fácil de manejar y aquellos porque asumió prometiendo llamar a elecciones y no hay nada que a los partidos burgueses les apasione mas que hacer elecciones, aunque nada cambie con ellas, aunque sea mas de lo mismo. Ellos quieren elecciones …

Guido nombra a 5 días de asumir a un nuevo ministro de economía, Federico Pinedo. Este hombre ya anciano, había sido a principios de siglo diputado socialista que luego de unos años empezó a girar ideológicamente hacia la derecha, y terminó siendo un firme defensor del liberalismo, pero solo duró 16 días, ya que cometió un error que no le perdonaron, dejó caer el peso elevando la cotización del dólar, pero no fue por eso que lo sacaron, había enriquecido a un grupo selecto de su entorno que habían comprado dólares unos días antes de la devaluación al contar con la información pasada por el ministro, cosa que en realidad lo hicieron (y hacen) casi todos, pero lo suyo fue tan evidente y conocido que para guardar las formas hubo que ‘renunciarlo’. Al otro día asume en su lugar, una vez mas Álvaro Alsogaray, del que el país ya tenía una triste memoria.

El gobernador electo por la provincia de Buenos Aires, Andrés Framini, hizo un acto simbólico de reclamo de su cargo, luego de eso voló a Madrid para discutir la estrategia a seguir con su líder Perón. Algunos sectores y organizaciones de izquierda se estaban preparando para la resistencia armada, acumulando armas y entrenándose en guerra de guerrillas.

El gobierno intenta, a instancias de su ministro Alsogaray, pagar a los empleados estatales los sueldos con bonos de nombre que intenta hacerlos pasar como un acto de nacionalismo que no logró engañar a nadie, “Empréstito Patriótico Nacional 9 de Julio”, que en los negocios barriales los aceptaban únicamente haciendo un descuento sobre su valor nominal. Ante las movilizaciones populares, Guido decide llamar a elecciones para el 27 de Octubre de 1963.

Faltando 30 días para el acto eleccionario, los militares su sublevan, y siguiendo su vieja costumbre de ponerse nombres rimbombantes (a veces eligen ‘leales’ o ‘rebeldes’o ‘revolucionarios’), esta vez se autotitulan ‘azules, los que respondían al Comandante en Jefe general Labayrú y ‘colorados’ los que se sublevan. Una vez mas el gobierno aplica el plan CONINTES ideado por Perón y se ordena que la sublevación sea sofocada, se disparan cañonazos, se destruyen unidades y se mató soldados, al final, nada cambió y el presidente Guido anunció que “…Los episodios que han conmovido el alma de la nación ha terminado. Dios ha protegido la República…”. El jefe triunfante ‘azul’ se fue para su casa dispuesto a presentar su pedido de pase a retiro, pero al llegar a su domicilio, su mujer le anuncia que por radio dicen que lo nombraron Comandante en Jefe del Ejército, ni corto ni perezoso, cambia de opinión y vuelve a la casa de gobierno, su nombre era Juan C. Onganía.

Entre tanto la clase obrera sigue con sus planes de lucha y la situación se hace insostenible, el gobierno hace renunciar a Alsogaray y es nombrado un nuevo ministro de economía, Méndez Delfino, que era un exponente liberal de la mas rancia estirpe.

Se acercaban las elecciones y los partidos políticos se encontraban desconcertados, la UCRP, realiza su convención, pero pensando que el peronismo le daría sus votos a algún candidato que no serían ellos, la convención descarta a su histórico candidato Balbín y nombra, sin posibilidad de éxito, a un médico cordobés del que muy poca gente había sentido hablar, Umberto Illia. Los militares presentan, ya constituidos como supuesta fuerza política, el que, suponían, sería el verdadero custodio de la ideología liberal; Aramburu y en tercer lugar, un grupo peronista presenta un candidato conocido por su especialidad , el neurocirujano Raúl Matera, que había sido secretario general del partido peronista, pero que había renunciado meses antes con la esperanza de que no lo alcanzara el decreto que prohibía al peronismo, pero no tuvo suerte y su candidatura fue vetada por Guido (siguiendo precisas órdenes de los militares…).

Dos días antes de la elección, Perón declara que no hay candidato de su partido que los represente y ordena a sus seguidores votar en blanco. El 7 de Julio del 63, una vez mas, el pueblo argentino se entera que tiene un nuevo presidente constitucional, Umberto Illia, del que, salvo los afiliados a su partido, casi no conocían su historial.

Los obreros, cansados de los juegos electorales y muchos de ellos conscientes de que ningún partido burgués se preocuparía por sus necesidades, estaban mas preocupados en organizarse desde abajo para pelearle al sistema, sin importarles mucho el resultado de las elecciones, mientras se peleaban los militares separados en ‘azules’ y ‘colorados’, reduciendo a escombros, a puro cañonazos, la base de Punta Indio y los cuarteles de Magdalena, sin preocuparse por los costos de semejante destrozo, pues levantar nuevamente costosísimas instalaciones militares, puentes, caminos, etc. salía del esfuerzo de los obreros e iba en detrimento de otras necesidades populares como escuelas, hospitales, viviendas, etc., pero para ellos esos destrozos eran solo ‘daños colaterales’, pues a pesar de sus intentos de hacer pasar sus bravuconadas como muestras de valentía y arrojo, que hacían pensar en una actitud sin retorno, siempre terminaban con un “…ni vencedores ni vencidos…” y con algún oficial superior encarcelado en cualquier establecimiento militar hasta una muy próxima amnistía, donde tenía a su disposición canchas de tenis, equitación, quinchos y como máximo castigo, le cortaban el cabello al ras para que su foto salga en los diarios y parezca una detención ‘dura’. Pero si se hacía indispensable derramar sangre, para convencer a la población de que eran valientes, siempre era la de los soldados conscriptos que nunca entendían porqué estaban peleando ni quienes eran los traidores, ni traidores a que.

El estilo de gobierno de Illia tomó por sorpresa a todos, él se había comprometido en su campaña que durante su gobierno no habría proscripciones, pero dicho con su tono provinciano y sin la energía tan estudiada por los políticos ‘profesionales’ eso les sonaba poco probable y se desataron luchas intestinas dentro de las fuerzas armadas entre los que se oponían a la legalización del partido peronista y los que apoyaban la legalidad constitucional y que en realidad lo único que lograban era poner la gobernabilidad en jaque continuamente. Los obreros, impulsados por la C.G.T peronista impulsaron huelgas que no lograron conmover a ese presidente que parecía que ninguna amenaza ni desafío podía hacer cambiar su proyecto de gobierno, y para demostrar su desprecio a las amenazas militares y de grupos dirigidos, seguía impertérrito con su hábito de salir un rato de la casa de gobierno a sentarse en la Plaza de Mayo a darle de comer a las palomas o ir a tomar un café por la zona sin custodia. Esa actitud era para algunos un desafío que no soportaban, la C.G.T. ordena tomar las fábricas y talleres, 1.200 fábricas fueron tomadas y ya se preparaba la dirigencia obrera para resistir la segura intervención del ejército en la supuesta represión, pero nada de eso sucedió, Illia no usó ni siquiera a la policía, en cambio dio instrucción para iniciar procedimientos judiciales a un centenar de dirigentes sindicales y aprobó la ley que establecía un nuevo salario mínimo superior y una vasta congelación de precios y luego se puso a esperar que la tormenta pasara. Esta actitud de Illia hacía pensar a muchos políticos y sindicalistas que el gobierno era lento e inoperante y jamás se pusieron a pensar que quizás era una estrategia muy bien pensada y una muy acendrada fe democrática. La C.G.T. realizó marchas y dejaban en libertad por las calles de Bs. As. cantidades de gallinas y tortugas para simbolizar la ‘lentitud’ del gobierno, pero al finalizar al plan de lucha, el gobierno seguía adelante con su plan.

También firmó un decreto amnistiando a numerosos jefes militares ‘colorados’ que cumplían condena por sediciosos, y legalizó el partido comunista.

En agosto de 1964, se habla del retorno de Perón a la Argentina, su partido hace una acto en Plaza Once donde, si bien Perón no está se escucha su voz grabada, el acto no fue reprimido ya que el peronismo no estaba prohibido. En España, Perón inicia el plan de regreso, sube a un avión sorteando la guardia policial que tenía en su casa y cruza el atlántico llegando a Brasil, pero obviamente no lo dejan seguir adelante y vuelve a Madrid.

En marzo de 1965, se realizan las elecciones legislativas y el partido oficialista aumenta su caudal electoral, no obstante el triunfo fue para el partido peronista, y por primera vez se dan cuenta algunos políticos que en elecciones libres y sin proscripciones dos terceras partes del país se declaraba no peronista en el sufragio.

Los ataques de la prensa sobre la figura de Illia fue sorprendente, su aspecto cansino, sus paseos por las plazas y cafés sin custodia, destinado originalmente a simbolizar su naturaleza amante de la paz, mas tarde fue usado para ridiculizarlo.

Los militares, ante un gobierno que no les pedía permiso para tomar decisiones, se dieron a la tarea de organizar un golpe de estado. La oportunidad se les dio cuando Estados Unidos invade República Dominicana con la excusa que el comunismo estaba a punto de quedarse con el gobierno y basándose en ese supuesto pretendía que toda Latinoamérica participara de esa aventura para demostrar al mundo que no eran solo ellos los que habían decidido invadir una nación libre y bajar los niveles de rechazo que sabían que eso produciría. En la Argentina esta posición era defendida por Ongania y su doctrina de ‘fronteras ideológicas’, en América Latina muchos países mandaron sumisamente sus fuerzas armadas para apoyar la posición de estados unidos y muchos militares argentinos se preparaban para sumarse, pero desde casa de gobierno la respuesta fue que Argentina no participaría en una invasión a un país soberano.

Poco después llega a Buenos Aires la tercer esposa de Perón en calidad de ‘delegada personal’, las reuniones de peronistas se suceden y los actos de homenajes son diarios, pero al final de su visita, había dejado el peronismo partido en dos.

El ejército se levanta una vez mas contra un gobierno constitucional, acompañados en esa aventura por empresas monopólicas internacionales que veían sus intereses menguados por las medidas que toma el gobierno. Illia decide pasar a retiro a Onganía, los militares empiezan a acuciar al gobierno y le exigen la renuncia al presidente. El general Julio Alsogaray es el encargado de tomar la casa de gobierno, luego de algunos forcejeos, Illia es empujado (literalmente) hacia la calle, allí rechaza una custodia y el coche oficial y detiene un taxi y marcha a su casa.

El país fue informado aquella mañana de 1966 que el gobierno había sido tomado por una junta de comandantes de jefes con el fin de llevar a cabo la “Revolución Argentina”, horas mas tarde, otro comunicado aclara que se ha nombrado un nuevo presidente el general Onganía. Una vez mas los militares habían hecho lo mejor que sabían hacer, estar al servicio de los intereses extranjeros y en contra del país.

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