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27 de diciembre de 2012

CRONICAS CARCELARIAS I


CRONICAS CARCELARIAS


El Locutorio :


Cuando estamos separados de nuestros seres queridos, nos damos cuenta que hemos desperdiciado los momentos que podíamos comunicarnos con ellos, muchas veces no lo hacíamos, y cuando ya no podemos hacerlo, nos arrepentimos de no haberlo hecho mas asiduamente en el pasado, y cuando uno está preso, ese arrepentimiento es mayor, porque sentimos mas ansiedad por hablar con ellos, de escuchar su voz, de ver su cara y, durante la dictadura, a esos sentimientos, se agrega el pensar que tal vez ellos también cayeron en las mazmorras de los dictadores y entonces, esa ansiedad se transforma en angustia.

Muchas veces eran los abogados que, concientes de nuestras angustias, nos traían noticias de nuestra gente de afuera en forma verbal y a veces en forma escrita, por eso los llamábamos los ‘Miguel Strogoff’ de los pabellones, por el famoso cuento, y los llamábamos así, en forma cariñosa como forma de agradecimiento.

También era corriente que las noticias que traían nuestros abogados, corrieran por los pabellones rápidamente a través de los ‘locutorios’.

Ignoro quien había descubierto que, vaciando el agua que queda en los inodoros, y que son el filtro natural de olores e insectos, se lograba convertirlos en una bocina que podía llegar donde era imposible llegar de otra manera, eso se lograba vaciando el inodoro en cuestión con un vasito de plástico destinado a ese fin, uno podía hablar por la cañería con otro/s compañero/s que hiciera/n lo mismo en el otro extremo del piso y así, de una celda a otra se realizaban charlas, comentarios, discusiones y hasta clases, dictadas por algún compañero profesional (médico abogado, etc.) y cada uno, desde distintos inodoros recibí clases técnicas de supervivencia, alimentación de supervivencia, primeros auxilios o leyes sociales, sindicalismo, código penal, etc., según sea el disertante de turno. También se podía hacer un locutorio desde las rejillas de las piletas de lavar y se creaban situaciones hasta graciosas cuando, usando el inodoro, algún compañero nos recitaba algún poema de amor que había escrito pensando en sus amores. O se podía escuchar un “…peón 4 alfíl de rey …” de una partida apasionante de ajedrez o la noticia de que un compañero había sido ‘trasladado’ (eufemismo de sacado de la celda con el fin de asesinarlo por las fuerzas de represión).

Nadie puede sustraerse a la necesidad tan humana de comunicarse, es inútil todo intento de silenciar a alguien, el ser humano buscará la forma de conectarse con su gente, a veces sin importarle el costo del castigo que recibirá si es descubierto..

Ramiro Ross

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